Humana cosa es tener compasi�n de los afligidos, y aunque a todos conviene sentirla, m�s propio es que la sientan aquellos que ya han tenido menester de consuelo y lo han encontrado en otros: entre los cuales, si hubo alguien de �l necesitado o le fue querido o ya de �l recibi� el contento, me cuento yo. Porque desde mi primera juventud hasta este tiempo habiendo estado sobremanera inflamado por alt�simo y oble amor. Tal vez, por yo narrarlo, bastante m�s de lo que parecer�a conveniente a mi baja condici�n ...
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Humana cosa es tener compasi�n de los afligidos, y aunque a todos conviene sentirla, m�s propio es que la sientan aquellos que ya han tenido menester de consuelo y lo han encontrado en otros: entre los cuales, si hubo alguien de �l necesitado o le fue querido o ya de �l recibi� el contento, me cuento yo. Porque desde mi primera juventud hasta este tiempo habiendo estado sobremanera inflamado por alt�simo y oble amor. Tal vez, por yo narrarlo, bastante m�s de lo que parecer�a conveniente a mi baja condici�n aunque por los discretos a cuya noticia lleg� fuese alabado y reputado en mucho, no menos me fue grand�sima fatiga sufrirlo: ciertamente no por crueldad de la mujer amada sino por el excesivo fuego concebido en la mente por el poco dominado apetito, el cual porque con ning�n razonable l�mite me dejaba estar contento, me hac�a muchas veces sentir m�s dolor del que hab�a necesidad. Y en aquella angustia tanto alivio me procuraron las afables razones de alg�n amigo y sus loables consuelos, que tengo la opini�n firm�sima de que por haberme sucedido as� no estoy muerto. Pero cuando plugo a Aqu�l que, siendo infinito, dio por ley inconmovible a todas las cosas mundanas el tener fin, mi amor, m�s que cualquiera otro ardiente y al cual no hab�a podido ni romper ni doblar ninguna fuerza de voluntad ni de consejo ni de verg�enza evidente ni ning�n peligro que pudiera seguirse de ello, disminuy� con el tiempo, de tal guisa que s�lo me ha dejado de s� mismo en la memoria aquel placer que acostumbra ofrecer a quien no se pone a navegar en sus m�s hondos pi�lagos, por lo que, habiendo desaparecido todos sus afanes, siento que ha permanecido deleitoso donde en m� sol�a doloroso estar.
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